Benítez dejó clara la intención de hacerle al Barcelona el mismo partido que le valió la victoria al Valencia. La apuesta era arriesgada: esperar al Barça en medio campo, mantener el orden defensivo noventa minutos y aprovechar cualqueir imprecisión para crear peligro con rapidez era jugar con fuego. La calidad del Barça podía convertir el partido en un monólogo, y un gol, desmontar todo el planteamiento inicial.
Y eso parecía lo más probable cuando los de Rijkaard se adelantaron por medio de un cabezazo de Deco a pase de Zambrotta en la primera parte: era el primer gol del Barça al Liverpool en el Camp Nou. Avisaron dos veces con anterioridad Saviola y Ronaldinho, y pese a los nervios iniciales la máquina blaugrana carburaba y se avalanzaba sobre la portería rival. En un cuarto de hora frenético, el Liverpool se quedó sin aliento intentando estar en todas partes y frenar las contínuas acometidas locales.
Y ahí se quedó todo. El Barcelona no remató. Estaba cómodo en el partido y se convenció de que aunque amainara el chaparrón, la sentencia caería. El Liverpool tomó un respiro, y volvió a jugar las mismas cartas: robos en el centro del campo y balones a la espalda de la defensa, que a excepción de Puyol, enorme, tuvo bastantes problemas en neutralizar. La concentración, rapidez y frescura inglesas tendrían su recompensa.
Una falta rápida, sacada con picardía, acabó en la cabeza de Bellamy que remató en plancha desde el segundo palo, a pase de Finnan. Valdés siguió el movimiento del balón con el suyo propio y para cuando éste llegó a su manos el guardameta estaba tras la línea de gol. La 'cantada' de la noche dejó al Barça al borde del descanso, al borde del abismO.
Y eso parecía lo más probable cuando los de Rijkaard se adelantaron por medio de un cabezazo de Deco a pase de Zambrotta en la primera parte: era el primer gol del Barça al Liverpool en el Camp Nou. Avisaron dos veces con anterioridad Saviola y Ronaldinho, y pese a los nervios iniciales la máquina blaugrana carburaba y se avalanzaba sobre la portería rival. En un cuarto de hora frenético, el Liverpool se quedó sin aliento intentando estar en todas partes y frenar las contínuas acometidas locales.
Y ahí se quedó todo. El Barcelona no remató. Estaba cómodo en el partido y se convenció de que aunque amainara el chaparrón, la sentencia caería. El Liverpool tomó un respiro, y volvió a jugar las mismas cartas: robos en el centro del campo y balones a la espalda de la defensa, que a excepción de Puyol, enorme, tuvo bastantes problemas en neutralizar. La concentración, rapidez y frescura inglesas tendrían su recompensa.
Una falta rápida, sacada con picardía, acabó en la cabeza de Bellamy que remató en plancha desde el segundo palo, a pase de Finnan. Valdés siguió el movimiento del balón con el suyo propio y para cuando éste llegó a su manos el guardameta estaba tras la línea de gol. La 'cantada' de la noche dejó al Barça al borde del descanso, al borde del abismO.
Andrés Fernández
1 comentario:
Que bueno el quaresma, vaya tirito a la medera se gasta el cabron...
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