

El Barça de los últimos tiempos es un equipo al que se le ve frío y cansado, sin la chispa que le había hecho temible en toda Europa. Cada partido supone un nuevo esfuerzo para retornar a su nivel pero ni siquiera el espíritu de sus jugadores hace que salgan de ese ritmo anodino en el que se manejan últimamente.Los Rijkaard repiten la fórmula de pases cortos, paredes y la creatividad de sus hombres de ataque, pero el resultado no se repite porque la velocidad del conjunto catalán apenas tiene revoluciones si el balón no pasa por Iniesta. Es el manchego el que pisa el acelerador y aporta un fútbol más revolucionado cuando encara a sus rivales con el balón pegado al pie en la carrera. Sin embargo, ante el Celta se ha exiliado a la banda derecha ante la ausencia de especialistas como Giuly con su correspondiente falta de protagonismo y sólo cuando ha regresado a sus dominios el Barcelona ha creado situaciones favorables.Afortunamente para los culés cuentan con Javier Saviola, un delantero con el que no contaba el cuerpo técnico pero que tiene encandilada a la afición. No es para menos, en apenas once partidos de Liga ya contaba con 4 goles. Está en momento dulce y aporta la facilidad para conseguir faltas al borde del área, su movilidad y astucia para aprovecharse de defensas confiados como los que hoy ha encarado. Si Oubiña le servía un balón de gol en el minuto 15 que no podía aprovechar, luego le robaba la cartera y le servía de espaldas un balón a Xavi cuya volea salvaba acrobáticamente Pinto. Finalmente, Van Bronckhorst le servía un magnífico centro desde la izquierda que cabeceaba a la red el ‘pibito’, quien firmaba firma su octavo gol en los últimos seis partidos.Así, la primera parte terminaba con un partido trabado en ocasiones –Cannobio debió ser expulsado por pisarle en el brazo a Deco-, un insulso Barcelona que sólo había aprovechado a su nuevo hombre gol y un Celta que ni siquiera había conseguido que el guardameta local interviniera.

Adrián García
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